Probablemente la pregunta que con más frecuencia nos hacemos las mamás es: ¿Qué hice mal? Porque si nadie nos prepara para ser mamás, mucho menos nos preparan para la etapa de la adolescencia. ¿Tus hijos están en esta etapa o están cerca de llegar?


En los últimos libros que he leído dicen que la mejor terapia es escribir, porque al hacerlo, te permite sacar todo lo que tienes dentro guardado. Lo bueno, lo malo, y hasta los secretos mas profundos.

Por una simple razón podría estar escribiendo esto en lápiz y papel y simplemente romperlo al terminar y nadie sabría lo que escribí pero yo sentiría un alivio. Porque ahora entiendo que lo que tienes dentro lo tienes que sacar y lo sacas escribiendo, gritando o lo somatizas con alguna enfermedad. Pero no lo puedes retener por mucho tiempo.

La mamá bloguera del futuro

Y quiero empezar aquí. Conozco muchas mamás blogueras increíbles que hablan de muchos temas de ser mamá, pero todas están un poco en mi pasado… ellas me consideran que vengo del futuro. Porque mis hijas ya están en la adolescencia, así que mis problemas están a otro nivel.

A veces las leo y con nostalgia quisiera volver a ese punto: a los miedos por la noche, a no querer dormir solas, a no comer verduras, a los berrinches… ¡Pero NOOOO! Mi historia es como un mal sueño convertido en realidad. Estoy viviendo la adolescencia de dos mujeres increíbles, pero adolescentes.

Y si nadie te prepara para la maternidad, mucho menos para la etapa de la adolescencia de tus hijos.

Hasta hace seis meses, presumía de unas hijas encantadoras, de una adolescencia tranquila, con uno que otro desplante, pero hasta ahí. Ayer no se si fue la luna nueva, mi luna o simplemente porque a veces no tenemos la paciencia que deseamos todos los días.  Exploté así sin más.

Venía cargando desplantes y groserías. Pero en mi afán de creer que era pasajero y que es sólo una etapa, seguía sin tomar cartas en el asunto.

Debo confesarte que fui una niña que en general no di problemas. Mi mamá lo confirma. Obvio tuve mis momentos de rebeldía, pero en general, siempre fui muy respetuosa. Y ahí es a donde quiero ir.

Creo que todos vivimos la adolescencia y sabemos que en verdad es una etapa difícil. Todos estamos descubriendo nuestra verdadera identidad, y por supuesto, nuestra identidad debes ser lo mas lejano posible a la de nuestros padres y entiendo que esos son los principales roces.

Todo lo que pienso, digo y decido debe ser el polo opuesto de lo que dice mi mamá. Pero el tema de faltar al respeto me parece que es donde debemos tomar el control. Y eso fue lo que paso ayer. Simplemente empezaron a gritarme las dos y a culparme de todo lo malo que pasa en su vida. Como si eso fuera medianamente posible.

Me encantaría ser una experta en inteligencia emocional.

¿Qué sería de mí estar viviendo esto sin la meditación?

Lo primero que se vino a mi cabeza fue la adolescencia en mi casa: una hermana rebelde. Y cuando fui mamá me repetí una y otra vez que yo no iba a caer en su juego. Pero, ¿qué crees? Ahí estaba, envuelta en su juego maléfico, perdiendo completamente el control.

Y entonces empieza esta voz interior culpando. Viste que todo lo que hiciste por ellas no lo valoran, creen que se merecen el mundo y empiezas a preguntarte una y otra vez «¿qué hice mal?».

Y empiezas a barajar las respuestas en tu mente

Fue porque todo el tiempo estuve con ellas.

Me dan por sentado.

Piensan que es normal que tú sigas organizando tu día para que ellas puedan hacer todo lo que tienen y quieren hacer.

Empiezas a repetirte una y otra vez que te equivocaste en alguna parte del proceso.

Te preguntas si todo quedó en amenazas y nunca tomaste acción.

Si diste demasiadas concesiones.

Te convences que si hubieras sido más estricta, nada de esto estaría pasando.

Y no lo sé. Porque de verdad no sabes en qué parte te equivocaste si es que lo hiciste. No sabes cuántos desplantes debes permitir. Pero lo que si tengo claro es que, después de auto castigarme buscando en que me equivoqué, llegué a donde todas debemos llegar: «Estoy haciendo lo mejor que puedo. Estoy dejando todo el amor que puedo. Se que ellas por dentro lo saben».

Y mi intención no es agobiarte, ni mucho menos, lo único que busco es, como lo dije al principio: escribir y sacar esta especie de dolor/tristeza que tengo.

Enfrenta la prueba más grande

Y me repito una y otra vez esto también pasará. Y me pregunto una y otra vez qué debo hacer. ¿Cuál es la fórmula? ¿Cómo hiciste tú? ¿Cómo hacen las demás? Simplemente lo callan y guardan en casa esta etapa, que para mí, es la prueba de amor y de paciencia más grande que me ha tocado enfrentar en la maternidad.

Sentí hasta dudas de hablarlo con alguien: dirán que mis hijas son unas groseras o también dirán que me equivoqué en el proceso. Pero al final, creo que no estoy sola en esto. Sé que hay muchas mamás que ya lo atravesaron, y espero que hayan encontrado la forma de desahogarse, pero sobre todo de no culparse. Porque creo que todos los días seguimos aprendiendo dando lo mejor y queriendo lo mejor para nuestros hijos

Así que si estás en mi situación, te abrazo estés donde estés. Estoy contigo.