Muchas de nosotras ya adoptamos las reuniones virtuales por Zoom, Meet, Teams (u otros) como un estilo de vida que nos ayuda a estar cerca de quienes físicamente se encuentran lejos.

Por otro lado, se ha comprobado que estas reuniones provocan una mayor cantidad de estrés comparado con las reuniones presenciales. ¿Por qué? Aquí te lo platico.


Luego de dos años donde las reuniones virtuales pasaron de ser un lujo a una actividad cotidiana, un estudio de la Universidad de Stanford asegura que las videoconferencias generan fatiga adicional y cambios en el estado de ánimo.

Los psicólogos prestan cada vez más atención a los efectos de este cambio de hábitos de millones de empleados, acelerado por la emergencia sanitaria del coronavirus.

Un estudio publicado por el laboratorio de interacción humana de la Universidad de Stanford bautiza el fenómeno como fatiga de Zoom, y advierte de que ver mosaico de caras con las que interactuamos de cerca, anclados a una silla, nos dificulta captar el lenguaje no verbal de los demás y nuestro rostro (y gestos) se encuentra expuesto en todo momento a los juicios de los demás y a nuestra propia autoevaluación en la pantalla, lo que genera un estrés adicional.

La culpa es nuestra

Cuando tenemos una plática frente a frente, podemos ver la cara de quien nos escucha, pero cuando lo hacemos de manera virtual, también estamos viendo nuestra propia cara y podemos juzgar nuestros propios gestos. Es parecido a lo que sucede cuando escuchamos una grabación de audio con nuestra voz y sentimos que esa «no soy yo».

Cuando nos vemos hablando, no reconocemos nuestra imagen del todo y estamos al pendiente si nuestro peinado está bien, nuestro maquillaje, nuestra ropa o incluso lo que nos rodea.  Si en el fondo se ve un espacio desarreglado, sucio o mal iluminado, nos genera preocupación por lo que piensen los demás.

Cuando subimos a un elevador en el que se encuentra otra persona, la mayoría de nosotras hacemos un impersonal saludo e inmediatamente desviamos la mirada.  La cercanía con una persona desconocida nos incomoda y pareciera que ver cambiar el número de piso en el tablero digital acelerará el tiempo y podremos huir de ahí lo más pronto posible. ¿A poco no?

Un espejo 24/7

En una reunión virtual o videoconferencia, ocurre exactamente lo contrario. Todos los ojos se encuentran sobre nosotros y los tuyos sobre los demás, sin oportunidad para desviar la mirada y evitar algunos momentos incómodos. Y peor aún, que nos estamos viendo al mismo tiempo, como si sostuvieran un espejo frente a nosotros en todo momento.

Tenemos que vernos interesados en el tema en todo momento, prohibido distraer la mirada, bostezar, hacer gestos que se consideren desaprobatorios… y eso es estrés y más estrés…

Una solución que reduce el estrés

Solucionarlo es sencillo: lo que debes hacer es cambiar la configuración para no verte, y solo ver a la persona que está hablando.  Esto no se trata de apagar nuestra cámara, sino de dejar de ver lo que nuestra cámara está enfocando.

Lamentablemente no todo el estrés se puede quitar, pero al menos sí lo reducimos.  Si acostumbras caminar mientras hablas por teléfono, una videoconferencia nos hace estar estáticos y por lo mismo, incómodos a la naturaleza de nuestra forma de vida.

Otra solución para reducir el estrés es alejarte de la computadora durante unos minutos entre una videoconferencia y otra. Necesitamos un poco de paz y descanso.  No lo ignores, ni lo menosprecies, de verdad hace mucha diferencia.

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Con información de El País