Cuando era chica, mi mamá era la peor del mundo. No dejaba de meterse en mi vida, todo quería saber, todo preguntaba. A mis amigas las dejaban hacer lo que quisieran, no les ponían horario, ni necesitaban pedir permiso. Y yo siempre vigilada.


Mientras crecía yo te observaba, siempre ahí, junto a mí.

Si yo pedia “mi espacio”, más cerca estabas. Y cuando yo quería salir “sola”, tú me acompañabas, siempre ahí vigilante… Por supuesto yo no entendía.

Mientras yo crecía hubo momentos en que te sentí la peor y tú solo me decías: ¡un día me entenderás! (Parecía amenaza por cumplir)

Llegará el día en que entenderás por que no puedes ir sola, porque mamá y papá te acompañarán siempre, porque decirte «NO» es lo mejor para ti.  Y yo no te creía.  Sólo pensaba: «¡es la peor!»

Mientras yo crecía no lograba comprender… algo raro pasaba porque a otras niñas las dejaban solas, no les estaban cuestionando todo, les daban todos los permisos, «las dejaban ser».

Hoy te veo y ¿sabes algo? ¡Hoy te entiendo!

Entiendo que te costó trabajo decir cada «NO».  Entiendo que no era por hacerme infeliz, sino por cuidarme. Por enseñarme que la vida tiene sus límites y que no puedo dejarme llevar por el impulso.

Te observo y en ti me encuentro yo. Hoy yo soy la peor mamá, esa a la que le toca decir «NO», a la que le toca acompañar, la que actúa llena de miedos pero siempre con el más grande y puro amor…

Hoy te veo y te agradezco que mientras crecía fuiste “la peor”, porque estoy segura de que cada día hiciste lo mejor para mí, porque te entiendo y sé que siempre has sido ¡LA MEJOR MAMÁ DEL MUNDO!