Yo fui la mujer que siempre criticó las maternidades ajenas, era la «mamá perfecta» que siempre creía que esas madres podrían hacerlo mejor y que si sus hijos se portaban mal era culpa suya. ¿Cómo era posible que toleraran un berrinche de tales magnitudes? ¿Por qué no podían controlar a sus hijos?
Hoy por hoy, me río de todas las bobadas que dije, es tan notorio que no tenía ni idea de lo que hablaba y peor aún, no sabía que existía algo llamado empatía y respeto.
De la manera más honesta me disculpo con todas aquellas mujeres que puede haber ofendido por meterme donde no me llamaban, por ser tan irreverente hiriente e ignorante.
Aprendí a dejar de hablar de cosas que no conozco porque “al que escupe al cielo, en la cara le cae”.
Todo aquello que critiqué tan duramente me ha tocado vivirlo: que mi hijo haga berrinche, que mi hijo no comparta, que no se quiera comer lo que le doy, que grite sin parar.
Eso sucede porque es normal y lo esperado en niños pequeños, y no los convierte en mal educados; son pequeñas personas que están aprendiendo a autorregularse y a convivir con su grupo de pares (los adultos sabemos que eso no es fácil).
Vamos a decir la neta
Si ven niños que gritan, que pegan, que dicen groserías y todas esas cosas que son consideradas malas, no lo hacen porque sí, lo hacen porque es lo que han aprendido de los adultos que están a su alrededor, no podemos culpar a un pequeño por actuar como le enseñó un grande; porque más allá de todo lo que podamos decirles, ellos aprenden del ejemplo.
A mí hijo le cuesta mucho compartir -estamos hablando de un niño de 4 años- y aunque sé que podría considerarse como una conducta esperada para su edad, también voy a admitir que yo tampoco sé compartir a mis 32 años.
El manejo de la frustración es uno de los grandes cocos de mi hijo, así como la autorregulación de emociones: tiene desbordes emocionales.
Sí, señoras y señores, mi esposo y yo no hacemos gala de estas habilidades, así como a nuestro hijo, a nosotros nos cuesta muchísimo.
Piensa antes de juzgar de esa manera
Antes de criticar negativamente a un niño o a una mamá por el comportamiento que alguno de los dos esté teniendo, hay que tratar de ponernos en los zapatos de ambos y pensar en cómo reaccionaríamos si nos encontráramos en esa situación, y si aún así, las palabras que están por salir de nosotros no son agradables, mejor quedémonos con ellas.
Demasiado pesada es la carga mental que la culpa puede causar a una mamá, como para que una persona ajena a su día a día llegue a meterle más presión y hacerla creer que es una mala madre.
Seamos mamás o no, carecemos de autoridad moral para señalar a alguien por la forma en la que cría a sus hijos (siempre y cuando esa crianza no implique violencia hacia los niños).
Si lo que haces por tus peques es con amor y en función de su bienestar, lo estás haciendo bien. Todas perdemos la paciencia y nos sentimos rebasadas pero esos días poco agradables no definen nuestra realidad en casa.
¿Han criticado tu maternidad? ¿Te han hecho sentir mala mamá?
Te invito a leer otro texto que escribí: No soy perfecta, pero soy valiosa.