Seguramente te has preguntado qué es mejor cuando entrenas a primera hora de la mañana: si desayunar para tener el estómago lleno o aprovechar que estás en ayunas para ejercitar tu cuerpo. Aquí tenemos datos para que tomes la mejor decisión.
¿Eres una mujer que se despierta llena de energía, con ganas de aprovechar el día de principio a fin, seguro que prefieres saltar de la cama, ponerte los leggins y los tenis, y empezar a hacer ejercicio lo más temprano?
¿Será mejor entrenar en ayunas o con algo de alimento en el estómago? Cuando hablamos de entrenar en ayunas nos referimos a hacerlo tras haber pasado toda la noche sin ingerir alimentos y antes de desayunar.
Después de todo ese tiempo, nuestros niveles de glucógeno se encuentran en su punto más bajo. El glucógeno es la forma en la que el cuerpo acumula en los músculos y el hígado la glucosa que viaja a través de la sangre y que es la fuente primaria de energía que utiliza.
Por eso, al entrenar en ayunas, le estaríamos obligando a recurrir a las grasas como fuente de energía.
¿Entonces todo es positivo?
Aunque pueda parecer, después de lo escrito aquí arriba, que hacer ejercicio físico en ayunas es la solución perfecta para quemar grasa, lo cierto es que no siempre es beneficioso entrenar con el estómago vacío.
De hecho, esta práctica está desaconsejada para aquellas personas que tengan problemas de salud, como diabetes, hipertensión o patologías renales, así como para quienes quieran realizar ejercicios de alta intensidad.
En este tipo de entrenamientos el ayuno no te ayuda, porque reduce el rendimiento, quemas menos calorías y puede llegar a suponer una pérdida de masa muscular, justo lo contrario de lo que se pretende.
El proceso de descomposición de la grasa y su transformación en energía es mucho más lento que cuando se hace con hidratos de carbono, por lo que la energía no será suficiente para sustentar un ejercicio de alta intensidad.
Resulta más efectivo para quienes opten por realizar ejercicios de intensidad moderada durante un periodo de tiempo prolongado, como carreras o caminatas. Además, a largo plazo, el cuerpo puede llegar a acostumbrarse a quemar más grasa.
Sin embargo, esta técnica de entrenar en ayunas también tiene sus contras. No es recomendable para principiantes y, si aun así decides a hacerlo, debes ir progresivamente (de menos a más) parando si notas algún efecto negativo.
Y es que durante este tipo de práctica hay algunos problemas que pueden surgir y que no conviene tomarse a la ligera.
Entrenar en ayunas puede dar lugar a fatigas, pérdidas de energía por la reducción de las reservas de glucógeno, mareos e hipoglucemias.
Conviene señalar que entrenar en ayunas no tiene por qué implicar una pérdida de peso, porque para eso es necesario ingerir menos calorías de las que se consumen a lo largo del día.
De hecho, si desayunamos podremos realizar ejercicios de mayor intensidad, que producen un mayor gasto calórico.
Independiente de todo lo dicho en este texto, no dejes de consultar con un experto como nutrióloga, un entrenador personal o técnico en educación física para evitar correr riesgos en tu salud.