Esto que te comparto será diferente, ya que estamos en octubre, mes de la concientización del cáncer de mama y quiero contarte algo muy personal y que en realidad no había hablado abiertamente; ahora que lo pienso estaba como que en una negación de lo sorprendida que me sentía.
Tal vez por el tipo de educación que tuve (escuela de monjas desde preescolar hasta secundaria) no tenía una buena relación con mi cuerpo y ni se diga de la sexualidad. Yo nunca me había realizado ningún examen para detección oportuna del cáncer de mama; primero porque no me sentía cómoda tocándome, segundo porque como estaba “plana” pensaba que no me pasaría nada y tercero, precisamente eso, no había cáncer en mi familia, no tenía por qué preocuparme.
Hasta que, en el verano del 2019, mi mamá se hizo un examen general y le dijeron que se veía algo raro en uno de sus pechos. Se sintió muy extraño, es un mensaje que no esperas leer.
Honestamente no tengo muy organizados mis recuerdos, pero si estoy consciente de lo que sentí, mucha preocupación e incertidumbre por lo que eso “raro” podría significar. Siguieron los estudios y se confirma, mi mamá tenía cáncer de mama.
Inicia el miedo y la incertidumbre
En lo personal, la palabra cáncer me da miedo y encuentras historias de todo, sobrevivientes con finales felices y otras que dieron mucha batalla, pero finalmente ganó el cáncer. ¿Qué nos tocaría vivir con mi mamá?
No quiero hacer el cuento más largo, mi mamá recibió varias quimioterapias, le hicieron una mastectomía justo antes de que iniciara la pandemia y gracias a Dios todo salió bien. Actualmente sigue con un tratamiento cada 6 meses y revisiones periódicas para asegurarse de que el cáncer se ha ido.
El show debe continuar
Algo muy admirable de mi mamá es que nunca se hizo menos por el cáncer, ella daba todo en su vida. Seguía en campañas del Club de Leones y otras ONG, entre quimioterapias se fue de viaje casi un mes a India y Turquía, siguió apoyando en cuidar a los nietos, como diría ella “del tingo al tango”.
Conoció a más mujeres con cáncer y las apoyaba con tratamiento o suplementos; de verdad admiro como llevó la situación.
Si hubo una vez que me partió el corazón, creo que fue su primer quimioterapia y al día siguiente vino a apoyarme a cuidar a mi hijo mayor en lo que yo estaba en una sesión de fotos para el proyecto de entrenamiento pre y post natal que tengo.
Recuerdo que estaba bien, pero si se notaba cansada, se recostó en la cama y se quedó dormida.
Rafa le decía: «Abuelita, levántate, abuelita, quiero jugar, abuelita, juega conmigo». Sentí la fragilidad de la vida en ese momento. Algo que mi mamá me dice es que estar con los nietos la recarga de energía, entonces también era terapia para ella y la hacía sentir bien.
Finalmente, te quiero compartir unas reflexiones:
Primera: hacer consciencia. Como lo mencioné al principio, yo no tenía una sana relación con mi cuerpo, ¿cómo que no me toco?, ¡Nadie mejor que yo misma para conocer y saber cuando algo pasa en mi cuerpo!
Y aunque llevo más de 4 años en lactancia ininterrumpida, esa experiencia me abrió los ojos, la lactancia previene ciertos tipos de cáncer, pero el cáncer está en mi familia.
Así que, aunque estemos en lactancia podemos explorarnos para detectar cualquier cambio a tiempo. Me permitió profundizar más en la relación que tengo con mi cuerpo.
Segunda: la manera que influimos en la relación de nuestros hijos con sus propios cuerpos. ¿Cómo les hablamos cuándo les cambiamos el pañal a los bebés? ¿Qué les decimos de su propio cuerpo?
Parte natural del desarrollo en la infancia es la exploración sexual, es normal que los niños y a las niñas se toquen o se masturben. Si desde las primeras etapas de la vida “satanizamos” que se toquen o etiquetamos como sucias ciertas partes del cuerpo, los niños podrían crecer con una imagen de su cuerpo de desagrado.
Sin contar otros aspectos del autoestima y prevención de abuso sexual, sin duda será tema que me gustaría abordar y compartirles.
Normalicemos nuestro cuerpo
Así que, te invito a que si tienes hijas seas ejemplo de relación sana con el propio cuerpo, seas ejemplo en explorarte, mejor que lo aprendan de ti que en algún otro lugar de manera equivocada.
Si tienes hijos, también muestrales la naturalidad de explorar el cuerpo, que sepan que, como mujeres, tenemos que explorarnos para cuidarnos y así sean esposos que participen activamente en el cuidado de la salud de la mujer.
Por último, te comparto mi tercera reflexión.
Tercera: hablar con la verdad a los niños. Rafa tenía 2 años casi recién cumplidos cuando mi mamá tuvo su diagnóstico, claro que se dio cuenta que algo pasaba, claro que sabía que abuelita Isabel no se sentía bien.
En ningún momento le oculté la verdad. Cuando me veía preocupada o llorando le explicaba mi sentir: “Hijito, estoy triste/preocupada/asustada por la salud de abuelita”. A veces preguntaba más y otras veces me consolaba con un abrazo.
Los niños son muy inteligentes y si nos hacen una pregunta, es que están listos para la respuesta. Rafa nunca me preguntó si abuelita iba a morir, pero si me preguntaba si seguiría viniendo a la casa o si podría seguir jugando con ella.
Le contestaba con la verdad: «Hasta donde sé, si va a venir este día y espero que siga viniendo muchas veces más». Tener esta honestidad con él me permitió explicarle cuando abuelita no podía venir, explicarle por qué abuelita, aunque vino a la casa no tenía energía para jugar, pero podíamos leerle algo.
Un momento muy bonito también fue cuándo iban a operar a mi mamá y le estaba explicando un poco sobre la cirugía en lo que estábamos haciendo la despensa- Pasamos por un estante donde había peluches y me dice: «Cómprale ese a abuelita Isabel y a mí me compras este.
¡Jajaja no da paso sin huarache!, se ganó un peluche y escogió otro para su abuelita. Escribo esto y se me llenan de lágrimas los ojos y se me hace nudo la garganta. ¡Cuánta dulzura y amor nace naturalmente de los niños!
Siendo honestas con los niños es como les enseñamos la honestidad.
Así como hablamos y explicamos a los niños sobre los colores, la comida, cualquier tema normal, es como podemos hablar estos temas “difíciles” como la muerte y la sexualidad. Si nosotros lo hablamos como lo que son, un proceso o una parte del ciclo de la vida, cuando llegue el momento ellos lo entenderán también y lo verán como algo natural. Y será más fácil sobrellevar esas situaciones.
Espero que esto que te comparto sea mi granito de arena en la detección oportuna del cáncer de mama y que a partir de hoy tengamos más conciencia de nuestro cuerpo y la relación que tenemos con él.
También te invito a hablar con la verdad a los niños, ser honestas con nuestros hijos, es parte de las 4 raíces de la crianza consciente de Yvonne Laborda. Si quieres saber más de ellas con gusto te puedo compartir un e-book.
Muchas gracias por leerme y si crees que esto puede servirle a alguna amiga tuya no dudes en compartirlo. Si hay algo que te gustaría platicarme puedes contactarme en mis redes sociales, me encantará leerte. ¡Nos leemos pronto!
Te mando un abrazo bien grande.