Esta es la casa de mis sueños porque dentro de esta casa pude cumplir otros sueños; mi sueño de ser independiente, de tener un espacio propio, mi sueño de formar un hogar a lado de mi esposo.
Tengo la casa de mis sueños, con esto no me refiero a que por fin logré tener una casa de ensueño, una casa con espacios enormes y un jardín gigantesco con alberca. No, aún no. Sigo trabajando en ello.
Después de adquirir una casa, la pregunta obligada es: ¿Y ahora?
Con una casa nueva, llega una vida nueva. Un nuevo comienzo. Yo comencé una nueva vida con mi esposo. Ahora somos dos, mi esposo y yo, que debemos hallar la manera de formar un hogar.
¿Quién dijo que se necesita una casa completamente amueblada para habitarla y que pueda llamarse hogar?
No creo ser la única persona que durmió sobre un colchón sin los complementos de una recámara decente pero me siento afortunada. Hace poco más de un año mi casa sólo contaba con nuestro colchón, una estufa, un frigo bar, una mesa de plástico, dos sillas prestadas por mis padres, ah, pero eso sí, con un mantel de Zara-Home precioso que compré en rebajas.
Fue de gran ayuda cuando una de mis hermanas nos pidió cuidar una sala de madera para jardín para que no se maltratase, y así, de inmediato, tuve la sala para mi nuevo hogar.
Poco a poco comenzamos a ahorrar e hicimos una lista de lo que necesitábamos adquirir primero, esa lista fue otra gran ayuda.
Una lista es necesaria, incluso para hacer el super.
Recuerdo haber llorado el día que instalamos nuestra recámara. Sentí que no había valorado lo suficiente lo que mis papás hicieron por mí, y por mis hermanas. Nos dieron una casa con todas las comodidades, nunca imaginé todo el esfuerzo que debieron haber hecho para lograrlo. Para la mayoría de los niños, los muebles sólo son objetos que aparecen en la casa como por arte de magia.
Mi esposo y yo ahorrábamos un poco, comprábamos una cosa, ahorrábamos otro poco y adquiríamos otra cosa. Así adquirimos mi cocina. No es la cocina que verás en una revista de diseño de interiores, pero es mi cocina. Cuando era niña, veía como se esmeraba mi mamá a la hora de cocinar. Ella nos contaba que lo hacía porque no teníamos la solvencia suficiente para ir a un restaurante, pero eso no era una razón que pudiéramos comer rico.
Así es como recuerdo mi infancia: una gran parte de nuestro tiempo mis hermanas y yo la pasamos en la cocina; tiradas en el piso esperando a que salieran las donas o empanadas del horno, luego, las espolvoreábamos con azúcar y canela.
Por eso es que, conseguir una cocina bonita y que se sintiera acogedora, era de suma importancia y gran significado para mí y para Emma, mi hija. Para que ella pueda atesorar sus propios recuerdos. No es una cocina de revista, pero es una cocina pensada para el espacio adecuado y con el presupuesto que le dedicamos.
Comencé a diseñar mi cocina, anotando las necesidades que teníamos, anotando los puntos importantes que debía tomar en cuenta, y luego de esto, comencé a pedir cotizaciones hasta encontrar la que estuviera acorde al presupuesto.
Tres semanas después estuvo perfectamente instalada. Me vino un sentimiento de satisfacción y de felicidad enorme.
Acomodé y organicé cada cajón. Imaginarme cocinando en ella me llenaba de unas ansias inmensas por comenzar en ese mismo instante.
Con la llegada de Emma, los planes de seguir decorando mi casa se pausaron un poco porque ahora mis prioridades cambiaron. Ahora Emma es mi prioridad principal.
Pero no dejo el sueño de seguir construyendo mi casa, mi hogar. Pienso seguir decorándola. Pienso en hacer de éste, el lugar donde quiero estar porque me siento cómoda.
Sé que los sueños no se hacen realidad mágicamente, se necesita esfuerzo para lograrlo.
Mi casa, también es un sueño cumplido, uno que tiene el poder que necesito para levantarme por las mañanas, y esforzarme para tener este hogar que refugie a mis seres amados, para que sea este el lugar de paz luego de un día de pesado trabajo.
Y sin duda, ésta es la casa de mis sueños…